martes

YO (O PARECE QUE ESTÁ EMPEZANDO A ANOCHECER)

Todos se burlaban de Bruno. Era un borracho cuarentón, calvo y jorobado aficionado a llorar viendo telenovelas. El 14 de Abril del año en que cumplió 45 años Bruno descubrió que era un Dios. Su madre siempre había dicho que había nacido para ser alguien importante pero nadie creyó nunca eso, al menos hasta ese 14 de Abril.

Fue un miércoles cuando el tren de mercancías número 53 le pasó a Bruno por encima. Partió su tronco en dos, dejando sus tripas desparramadas por el suelo, junto a sus desencajadas piernas. Su cabeza y tórax llegaron rodando hasta un poste, y ahí se quedaron. El simpático zoo rural que había tirado a Bruno a las vías no estaba preparado para lo que vio a continuación. Ante sus atónitos ojos Bruno se recompuso, volviendo a unirse en su poco agraciado cuerpo. Tras esto el jorobado siguió andando, como si nada hubiera pasado. Uno de los amables lugareños quiso seguir jugando con Bruno, apuntó su rifle hacia la abultada espalda y disparó, segando un brazo del jorobado. Él tan sólo se detuvo un instante, después siguió su inestable paseo, dejando que el brazo volviera a su sitio, sin tan siquiera una cicatriz.

Muy pronto Bruno se convirtió en la atracción del pueblo. Primero fue sólo una diversión de viejas, las cuales le perforaban los testículos tras hacer ganchillo, pero pronto un productor de televisión supo sacar provecho de nuestro jorobado amigo y le propuso hacer un programa semanal de variedades. La hora de la mutilación semanal de Bruno acabó siendo el programa más visto del país. Surgieron muchas imitaciones en países colindantes que fueron un fracaso, pues sus participantes morían en el primer programa. Entretanto a Bruno le surgieron muchos familiares desconocidos e hijos ilegítimos, cosa extraña, pues seguía siendo virgen.

Nadie se explicaba la bizarra capacidad de regeneración del incapacitadocuerpo de Bruno. Hasta que llegó el reverendo Cuscúrrugui. El ex-jesuita reconoció en Bruno a Dios, y fundó la Iglesia Brunista, santo tullido y mediático. En las misas semanales se mezclaba rock cristiano, peleas femeninas en barro y algún espectáculo de autodestrucción por parte de Bruno. Cuando las calles se llenaron de cadáveres de niños deseosos de emular a su jorobado favorito Bruno decidió que había llegado el fin. Hasta el momento no se le había ocurrido, pero ahora sabía por qué no había muerto hasta ahora. Nunca había querido morir. Sus últimas palabras fueron dichas en el templo, "todos los hombres son Dioses que no morirán si son conscientes de su inmortalidad". Dicho esto pidió una hamburguesa con queso y murió.

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