martes

DEBES SER DEL DEMONIO

Se dirigió a mi con una sonrisa,
casi humana, casi divina,
y me dijo: "debes ser del demonio".

Fue duro oír eso,
como su mirada.
Juro que nunca tuve
cuernos ni fuego.

El predicador vino pronto,
aún era dura la caída del sol,
"no te hace falta fuego", dijo,
"sin duda eres del demonio".

Así que me enseñaron sus cruces,
de modo que me rociaron el cuerpo,
con pócimas, grasas,
y semen de Papa.

Encendieron cirios humeantes,
y rezaron hasta el amanecer,
y los hombres encapuchados
prepararon una hoguera.

Mi madre lloraba sangre,
mi padre golpeaba las paredes,
con rabia, gritando, sin parar,
"este muchacho debe ser del demonio".

Una comisión por la buena moral en la comunidad
me dijo que no era una buena influencia.
Yo sólo me merendé a un par de vecinos,
es que nunca me fue el rollo vegetariano.

Una cotilla me señalaba,
"lo vi, cómo bailaba,
lo vi, cómo reía,
debe ser del demonio".

Cuando las manillas marcaban las dos
y empezaban a arder los leños,
corrí, se que muchos no lo entenderán,
pero no soy ningún mártir.

En el cruce de caminos me masturbé,
no se equivocaban, después de todo.
En mi muslo había una etiqueta,
decía: "propiedad del demonio".

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