martes

EXÉGESIS

Jacarandoso torna a tu lado el viento,
con algo de recato y vergüenza,
con miedo a no poder eclipsarte.

Diáfano el cristal del que te respiro,
concurrido y ansiando mi asma,
sin agallas para mirarte
y ver en ti la nueva masacre.

Retratista el perfil de tu espejo,
el tugurio del que mamaste miedos,
afilado como tu pupila mordiente,
esperando apenas un arrumaco
para hacerme acuarela en tu mirada.

Inclusero mi ombligo,
junto a tu sudor,
esperando preexistir
en la disparidad
de un mundo plano.

E impaciente sacudo
mis zancas, chapoteándote.
Como el zar que raya su imagen
en un espejuelo mínimo,
como el señorito,
creo que el génesis
es la muchacha de mi arrullo,
bebiendo gaseosa
en brazos de tenebroso emisario.

Y nada de esto te teme,
pero nada de esto te explica.

La oxidada tubería.
El dorado xilófono.
Los pezones vidriosos.
Abocetar un presagio.
El jugoso pacto
con alguien con cuernos.
El remolque hacia ningún lugar,
aunque sí volcánico.
El ostentoso anillo de la vecina.
El trazo de tu orina.
Vida.

Ni nada de esto te entiende.

Eres otra máquina del tiempo
de tres mil sueños rotos.
Eres casi estiercol mojado.
Eres recovecos en tu memoria
y vaho de vaso de tabernero.

El futuro es arisco y decimal
a tu semental forma de mirarlo.
Hora licenciado,
hora picapedrero,
o pluviómetro que siente mi lluvia,
o tía rica con chocolatinas,
que cuenta viejas historias
y ciertas cosas que olvido aposta,
como sesos a la parrilla
o tu trono.

Sumisión,
es la palabra que me invade
mirándome en un fogonazo.
Tú, el factor que me obliga a vivirte.

Yo, tu siervo,
esperando el infarto de tu aliento,
sin parentesco con los monos
que me salve de invocar a Sócrates.

Tú, tez,
zambullido,
tráfico,
mísero deseo,
cachiporra sangrante,
esquela en diario amarillista,
espantajo desincronizado,
reliquia de momentos peores,
mucho peores.

Otra máquina del tiempo
programada a ninguna parte,
el lugar del que venía.
Capaz de aterrarme
y hacerme tu admirador.
Esperas en el brasero de las horas,
pero no verás evaporarse
ni una de mis palabras.

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