La luz de diez soles intenta perforar tu persiana y fundiendo tus legañas habla: "el orto no es sino ocaso invertido".
El ojo cristalizóse, empapado en lágrima vio, masa encefálica deglutiendo despertadores.
El sexo se emancipa y hace las maletas.
Si el susurrante ser sinsentido salado a la sazón del sexo superior se soltara al son del silvido siniestro...
Alado, propone, "seamos felices".
Luminosa, la nube se refleja en la taza de water y retoma lo ortodoxo y lo frívolo haciéndolo materia eterna, susceptible de abstracción.
El lector se pregunta qué coño quiere decir todo esto.
Y el amanecer invertido resurge, gritando.
Y mi sexo vuelve a mí.
Coitus Interruptus.
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