Gracias por el caos que me das,
caos anal.
El contrato que te multimillonó,
Mark Chapman te mira
con ojos de cordero.
La madre gusano,
tejiendo cinco ombligos
y babeando con dulzura
el retrato de su marido.
Enviudó hace una década
y escucha música folk,
pero no es peor que tú.
Piensa en lúgubres paisajes humanos,
en vino, gritos, corbatas y crucifijos.
Enamorada del árbol que le ampara,
acaricia tiernamente su corteza
y lo imagina húmedo en vez de seco
abierto en vez de hosco, imagina...
Imaginando,
madre oruga vuela,
esparcida por el viento,
y llueve los inmensos campos.
Vuela, de estación en estación,
en diez mil volteretas sutiles
que hacen del aire siluetas enojadas
y gotas fragmentadas de insecto baboso.
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