jueves

GRACIAS POR EL SALAMI

Una vez conocí a alguien
que era un poco como tú.
Ese alguien me dijo:
"hijo, vive bien,
ten hijos, se feliz
y trabaja mucho
para conseguirlo".
No era un mal tipo,
pero su televisor
no valía
una espalda deshecha
ni mil sueños rotos
(ni aún teniendo
pantalla panorámica).
Yo le dije:
"gracias por el salami,
que me llena de felicidad;
esas lonchas rosadas
son mi debilidad,
las muerdo y las juro
eterna lealtad.
Gracias por el salami,
ésta es mi verdad".

El vejete me respondió:
"Está bien tener sueños,
y está bien ser joven;
pero, ¿qué clase de
filosofía de vida es esa?
No hablas de familia,
ni de religión ni de valores,
ni de vitrocerámicas;
te equivocas de vida
si sólo hablas de embutido".
Pero yo no quiero hipotecas
ni sentimientos de culpa,
quiero embutido rosa,
esa es mi filosofía.
Así que, ¡todos juntos!
"Gracias por el salami,
que me hace sonreír.
Gracias por el salami,
esto sí que es vivir.
Mi vida es más rosa
si lleno mi sandwich de ti.
Gracias por el salami,
esto es el fin".

"¿Rosa?
¿Seguro que no hablas de mortadela?"

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