sábado

CARTA DE AMOR AL CORAZÓN DEL INFIERNO

Qué amena fue la circuncisión del león marino a tu lado.
Deliciosos los cadáveres putrefactos,
como sandías secas agrietándose al sol.
Los papilomas reptantes.
Los fetos interrumpidos.
Los mejillones salvajes.
Los sacos de patatas llenos de pulgón.
Los ascensores bruscos.
El carmín de tus labios en el papel higiénico.
Los días moribundos.
Las macetas vacías, de un amarillo macilento.
Los vendedores de crece-pelos milagrosos y babuchas.
El marchito guardián del Santo Grial.
Las pesadillas húmedas tras las rejas oxidadas de tus ventanas.
La puerta del frigorífico, que nunca cerraba.
El frío de un amanecer en calzoncillos.
Las sombras, perdidas y sin nombre.
Los diagramas aberrantes.
Las hambrunas endémicas.
Las gafas de sol de plástico.
Las mentiras impresas en los carteles de productos adelgazantes.
Las radiaciones del microondas.
La ausencia de tu abrazo.
Y el tibio tictac de aquel reloj de pared estropeado, que siempre daba la hora bien.