martes

USAR SOLAMENTE EN CASO DE...


USAR SOLAMENTE EN CUALQUIERA DE ESTOS CASOS:

-Usted es insultado mientras conduce su vehículo.
-Acaban de dar una opinión desfavorable sobre su equipo de fútbol predilecto.
-Demasiado zapping (sin ser usted quien controla el mando).
-Alguna opinión desfavorable sobre sus nada opulentos michelines.
-Un silencio en respuesta a un “buenos días”.
-Le dije dos terrones de azúcar.
-¿Quiere hacer el favor de no rozarme con su pierna? (en el metro)
-Hace diez minutos que espero…
-La misma conversación de todos los días.
-Le preguntan de nuevo cuándo se piensa casar.
-Le preguntan de nuevo cuándo se buscará un trabajo en condiciones.
-Otra bronca del jefe.
-Otra sonrisita de ese compañero pelota.
-Alguien que habla en el cine.
-Alguien mastica sus palomitas con demasiada intensidad en el cine.
-Alguien se le adelanta en la cola del supermercado.
-Un pisotón inesperado en el autobús.
-Esa persona no demasiado amiga de la higiene coloca su axila cerca de usted.
-Le han pedido los apuntes, ¿por qué demonios no vienen a clase?
-Ese vecino demasiado cotilla.
-¿Me ha mirado usted con cara rara?
-Deje de hacer ruido señor motorista.
-A mi novia no se la mira, oiga.
-Esa música está demasiado alta.
-Esa música ni siquiera me gusta, qué demonios.
-Alguien no parece responder a sus irresistibles encantos amatorios.
-Otra vez pisa las deposiciones del adorable chucho.
-¿Cuándo acabarán de arreglar el ascensor?
-Cada vez ponen su programa preferido de la TV a una hora distinta.
-Demasiados anuncios, demasiados anuncios…
-Señorita depedienta, ¿qué quiere decir con qué no fabrican mi talla?
-Hasta dónde se creen que van a llegar con lo bien que se vivía con… (rellenar según la particular ideología).
-Esa persona habla un idioma distinto al mío.
-Esa persona tiene un móvil mejor que el mío.
-Con que acabas de vender la última barra de pan…
-No le dejan pagar el recibo de la luz en el banco porque se retrasó cinco minutos.
-Otro autobús lleno.
-Ese insistente dolor de (rellenar según la particular dolencia).
-¿Esto le parece a usted un aperitivo en condiciones?

…o cualquier otra razón de su elección que le produzca algún efecto de contrariedad en su, por otro lado muy respetable, sensibilidad.

jueves

AMANDO A TALITA


Talita González era una mujer de vida gris. Vivía en un ático muy "cuco" en la mejor zona de la ciudad y tenía un buen empleo (o el empleo la tenía a ella, según se mire) de secretaria para un empresario poderoso y apuesto. Tenía también un ropero lleno de trajes grises, grises pañuelos y zapatos grisáceos. Gris era la luz con la que amanecía, brillos apagados que perforaban su ahumada persiana. Gris su ropa interior y grises sus sueños, gris despertador y gris su bostezo en el gris vagón de metro junto a puñados de hombres grises, todos de camino a sus grises empleos, tratando de rozar el trasero de Talita con sus grises manos. Gris era la salsa de sandwich, gris su televisor... hasta su kit de tampones era gris.

Tan sólo una cosa no era gris en su vida. Las noches. Más concretamente las noches de 10 a 11. Sólo en esos momentos Talita olvidaba el vacío de su existencia y se entregaba a algo. Sólo entonces se sentía amada. Algunos lo llamarían obra de caridad, otros transubstanciación, para Talita sólo se trataba de un acto de supervivencia, algo que la zafara de su asfixia. Todo comenzó el día en que Talita decidió hacer algo por los más necesitados. Así fue como comenzó a dar espectáculos gratuitos de strip-tease en orfanatos.

En su primer strip-tease para los pequeños supo que aquella era su sagrada misión. Le bastó ver las caritas de los inocentes niños de nueve años babeando ante su turgente cuerpo desnudo para matar a la Talita gris. Ella, la nueva Talita, vestía de gris y con gafas, pero sólo como gancho fetichista. Hacía el papel de una profesora perversa que iba despojándose de su ropa hasta conseguir humedecer los pantalones de todos aquellos tiernos infantes.

Pero los años fueron pasando, y el deseable cuerpo de Tanita tornó en fofo y arrugado despojo. Los niños dejaron de atender a su antiguo icono sexual. Preferían ver un reality show a contemplar su impúdico baile. Sus envolventes movimientos no servían para despertar la pasión de los pequeños romeos, ahora embrujados por las imágenes irreales de concursantes en bikini. Así fue como Talita: desdentada, septuagenaria, canosa y con más vello en las axilas que de costumbre, se pegó un tiró. En el mismo escenario donde tantas veces se desnudara yacían ahora sus sesos. Los niños tardaron cinco horas en percatarse de su muerte, algo lógico si consideramos que emitían la final de gran hermano.

Moraleja: si tienes setenta años mejor no hagas un strip-tease en un orfanato

miércoles

CROAN Y CROAN

Los sapos pueblan la ciudad.
Papadas hinchables de neón.

Nadie parece darse cuenta.
Croan y croan, sin parar.
Verdes y ocres refulgen,
la luna ilumina sus pieles
de goma, membranas y yeso.
Despierto en una urbe sapo,
ellos saltan al vacío sin parar.
Pero nunca están abajo.
Habitan las alturas.
Torres de cristal y nácar,
reflejos de oscuro asfalto.
Se han comido tu alma.
Y me croas en la cena.
Croas entre sueños.
Croas al despertar.
Hasta cepillándote
los dientes, croas.
No veré tu piel brillar
a la luz del pantano.
Deja de croar.

LOLITO

Ven a cortar mi césped.
Te espera verde y frondoso.
Salvaje. Selvático.
Seco e inhóspito.
Ven con tu camiseta de Eminem.
Tu libro de Harry Potter.
Tus pantalones caídos.
Entra en casa, tengo limonada.
Tu acné juvenil, vibrando,
como volcán en erupción.
Tu estúpida forma de reír,
tu rebelde forma de llevar
tus desteñidas converse 76.

Toda tu desgarbada estampa
despierta fuegos perdidos.
Quiero tus brackets en mi pecho,
tus rápidas y torpes envestidas
perforando mi vientre yermo.
Tus nalgas prietas
apresadas en mis manos.
Deja que te amamante.
Mi niño ingenuo e idiota.
Tumba la foto de mi marido.
Tenemos dos horas.
Y estoy sedienta.
¿Otra limonada?

martes

YO (O PARECE QUE ESTÁ EMPEZANDO A ANOCHECER)

Todos se burlaban de Bruno. Era un borracho cuarentón, calvo y jorobado aficionado a llorar viendo telenovelas. El 14 de Abril del año en que cumplió 45 años Bruno descubrió que era un Dios. Su madre siempre había dicho que había nacido para ser alguien importante pero nadie creyó nunca eso, al menos hasta ese 14 de Abril.

Fue un miércoles cuando el tren de mercancías número 53 le pasó a Bruno por encima. Partió su tronco en dos, dejando sus tripas desparramadas por el suelo, junto a sus desencajadas piernas. Su cabeza y tórax llegaron rodando hasta un poste, y ahí se quedaron. El simpático zoo rural que había tirado a Bruno a las vías no estaba preparado para lo que vio a continuación. Ante sus atónitos ojos Bruno se recompuso, volviendo a unirse en su poco agraciado cuerpo. Tras esto el jorobado siguió andando, como si nada hubiera pasado. Uno de los amables lugareños quiso seguir jugando con Bruno, apuntó su rifle hacia la abultada espalda y disparó, segando un brazo del jorobado. Él tan sólo se detuvo un instante, después siguió su inestable paseo, dejando que el brazo volviera a su sitio, sin tan siquiera una cicatriz.

Muy pronto Bruno se convirtió en la atracción del pueblo. Primero fue sólo una diversión de viejas, las cuales le perforaban los testículos tras hacer ganchillo, pero pronto un productor de televisión supo sacar provecho de nuestro jorobado amigo y le propuso hacer un programa semanal de variedades. La hora de la mutilación semanal de Bruno acabó siendo el programa más visto del país. Surgieron muchas imitaciones en países colindantes que fueron un fracaso, pues sus participantes morían en el primer programa. Entretanto a Bruno le surgieron muchos familiares desconocidos e hijos ilegítimos, cosa extraña, pues seguía siendo virgen.

Nadie se explicaba la bizarra capacidad de regeneración del incapacitadocuerpo de Bruno. Hasta que llegó el reverendo Cuscúrrugui. El ex-jesuita reconoció en Bruno a Dios, y fundó la Iglesia Brunista, santo tullido y mediático. En las misas semanales se mezclaba rock cristiano, peleas femeninas en barro y algún espectáculo de autodestrucción por parte de Bruno. Cuando las calles se llenaron de cadáveres de niños deseosos de emular a su jorobado favorito Bruno decidió que había llegado el fin. Hasta el momento no se le había ocurrido, pero ahora sabía por qué no había muerto hasta ahora. Nunca había querido morir. Sus últimas palabras fueron dichas en el templo, "todos los hombres son Dioses que no morirán si son conscientes de su inmortalidad". Dicho esto pidió una hamburguesa con queso y murió.

viernes

IGNE MACHINA RENOVATUR INTEGRA

Mordía la manzana con ansiedad, casi como si la fruta se fuese a deshacer si no la asía con fuerza. En aquel momento se dio cuenta de que no mordía otra cosa que no fuese él mismo. A su espalda aún quedaban rastros. Obsesionado, forzó su vista hasta casi desencajarla. Se sacó los ojos y los hizo rodar por el suelo, hasta que encontró lo que buscaba. ¡El chip! Hacía sólo dos horas que había matado a su ordenador. Cuando lo descubrieran... Tuvo que hacerlo, poco a poco iba dejando de ser el dueño de la situación. Para todo lo necesitaba: compraba con él, se comunicaba con él, creaba con él, follaba con él... tuvo que hacerlo.


Volvió a colocarse los ojos y se tragó el chip. Se cubrió con una vieja gabardina parda y salió a la calle. Todo parecía mirarle, algo inquisitivo en el aire, quizás ya lo sabían. Sudaba. Sudaba como un cerdo. Y olía a miedo. Hasta las máquinas pueden oler el miedo. Le miraban: a través de los cristales, la sluces y el hierro, sentía cómo le miraban.

Acudió al único sitio donde recordaba haber sentido alguna vez seguridad: la estación de autobuses. La huida era la única solución que conocía, de modo que se dispuso a huir, una vez más. Comenzó metiéndose la mano en la boca, después el brazo, hasta que todo su cuerpo estuvo en su estómago. En la oscuridad de su bazo vio el chip, y comprobó cómo se había adueñado de su cuerpo, cómo había llenado su interior de cables infinitos. Fue entonces cuando decidió nacer de nuevo, procreado esta vez por la máquina y rebautizado como número 5.

Así fue que apagó el ordenador: había trabajado demasiado. Se metió entre las sábanas y confiado, durmió. El lector quería más, pero sentía que se acercaba el fin del estúpido relato. Por esto, atravesó la pantalla y apretó con fuerza el cuello del protagonista. Mientras el lector volvía a la realidad, abandonando el relato, notaba cómo la pantalla del ordenador brillaba cada vez más, como queriendo agradecérselo.

jueves

EL LIMONERO TENAZ

Principio y fin
Renace en ti
En tu alma
En tu hígado
Evacuación fallida
En busca de
plenitud estomacal
Crece y explota
Sinsentido gastrointestinal
Un limón verde
¡Maldigo a su creador..!
El limonero

A GREENPEACE

Al altramuz le digo que sonría,
a ti que la sopa está fría.
Le doy caviar a los patos,
y tú mientras lavando los platos.
Lucho por la penúltima ballena,
pero tú, mujer, te mueres de pena.
Yo soy ecologista, hermano,
que den por culo al ser humano.

SILICONA 3'14

Él pintaba. Eso no quiere decir que fuese un artista. Posiblemente no quiere decir nada. El hecho es que un día uno de sus cuadros se lo tragó. Pasaba horas enteras mirándolo. Decía que era su mejor obra. No dormía, no comía, sólo alimentaba sus sentidos con aquella lúgubre explosión cromática. Los colores del cuadro eran infinitos, desconocidos, irracionales... Todo el mundo quedaba fascinado por el cuadro, atraidos por la leyenda del pintor embrujado. Multitudes acudieron ante el cuadro fantasma. Y multitudes quedaron boquiabiertas, sin vivir, sólo admirando la fascinante obra.

Ya eran miles los zombis que custodiaban el lienzo. Algunos llevaban máquinas oscuras, portadoras de luces. Ante las masas aparecía un hombre barbudo, y por tanto sabio, que decía una parrafada sin sentido, nombrando nombres innombrables, justificando el extraño hecho, para después desaparecer. Poco a poco la gente comenzó a creer las explicaciones del hombre sabio y dejó de mirar el cuadro. Hasta el pintor dejó de mirarlo. Y después lo quemó.

El lienzo se hizo cenizas y las cenizas viento, y el viento sopló hacia otro lugar. El pintor siguió una carrera decente y acabó siendo un honorable ministro de cultura. Su primera labor fue prohibir la decadencia. Esto puso rejas en las manos, y los ojos, y los corazones. El ministro miraba su obra complaciente. Tan sólo se miraba en un espejo.
Un niño acarició la arena, creando formas insólitas. El viento inundó al niño que lo aspiró con toda la fuerza de sus pequeños pulmones. Entonces miró a la arena, y quedó embrujado...

miércoles

SIN TÍTULO II

Destapa la cripta de tu sollozo.
Muéstrate sin miedo.
Desnúdate ante mi mirada híbrida.
Mi esperanza culmina en tu latir.
Vamos, dime niña,
¿quién ganó ayer el partido?

martes

EN EL NOMBRE DEL PADRE

Escucha nuestro llanto,
de los que duermen bajo tus sábanas.
En el nombre del padre,
el que sonría acariciando tu pelo
para abusar de ti a mediacnoche.

Escucha nuestro llanto,
de los que tiemblan bajo tu techo.
Unión hipócrita y normalidad podrida.
Ojalá tus rojos no enrojezcan de nuevo,
ojalá no dejes nunca más en mi tu marca,
ojalá apacigües tu alma atormentada.

En el nombre del padre,
del hombre corriente,
del que nos mantiene,
del asesino.
Del que hincha su piel
entre lágrimas y moretones.
Esperando una nueva ración
de fútbol y violación.
Ojalá mueras como símbolo.
Ojalá se olviden tus plegarias.
Ojalá este poema no tenga sentido.

DEBES SER DEL DEMONIO

Se dirigió a mi con una sonrisa,
casi humana, casi divina,
y me dijo: "debes ser del demonio".

Fue duro oír eso,
como su mirada.
Juro que nunca tuve
cuernos ni fuego.

El predicador vino pronto,
aún era dura la caída del sol,
"no te hace falta fuego", dijo,
"sin duda eres del demonio".

Así que me enseñaron sus cruces,
de modo que me rociaron el cuerpo,
con pócimas, grasas,
y semen de Papa.

Encendieron cirios humeantes,
y rezaron hasta el amanecer,
y los hombres encapuchados
prepararon una hoguera.

Mi madre lloraba sangre,
mi padre golpeaba las paredes,
con rabia, gritando, sin parar,
"este muchacho debe ser del demonio".

Una comisión por la buena moral en la comunidad
me dijo que no era una buena influencia.
Yo sólo me merendé a un par de vecinos,
es que nunca me fue el rollo vegetariano.

Una cotilla me señalaba,
"lo vi, cómo bailaba,
lo vi, cómo reía,
debe ser del demonio".

Cuando las manillas marcaban las dos
y empezaban a arder los leños,
corrí, se que muchos no lo entenderán,
pero no soy ningún mártir.

En el cruce de caminos me masturbé,
no se equivocaban, después de todo.
En mi muslo había una etiqueta,
decía: "propiedad del demonio".

PERRA VIDA

El perro cagó en el viejo roble,
gris ya por la insistente humareda.
Su amo recogió el excremento,
y cuidadoso lo empaquetó;
lo tenía bien adiestrado,
el perro al dueño, se entiende.
Revisión periódica, vacunas,
comida de gourmet, y sexo.
El perro ladraba al dueño,
agotado por su trabajo exclavizador
y las colas de la seguridad social.
El perro era feliz, salvo por términos como
"perra vida" o "perrito caliente",
salvo eso, siendo perro,
tenía una vida más humana
que la de muchos hombres.

EXÉGESIS

Jacarandoso torna a tu lado el viento,
con algo de recato y vergüenza,
con miedo a no poder eclipsarte.

Diáfano el cristal del que te respiro,
concurrido y ansiando mi asma,
sin agallas para mirarte
y ver en ti la nueva masacre.

Retratista el perfil de tu espejo,
el tugurio del que mamaste miedos,
afilado como tu pupila mordiente,
esperando apenas un arrumaco
para hacerme acuarela en tu mirada.

Inclusero mi ombligo,
junto a tu sudor,
esperando preexistir
en la disparidad
de un mundo plano.

E impaciente sacudo
mis zancas, chapoteándote.
Como el zar que raya su imagen
en un espejuelo mínimo,
como el señorito,
creo que el génesis
es la muchacha de mi arrullo,
bebiendo gaseosa
en brazos de tenebroso emisario.

Y nada de esto te teme,
pero nada de esto te explica.

La oxidada tubería.
El dorado xilófono.
Los pezones vidriosos.
Abocetar un presagio.
El jugoso pacto
con alguien con cuernos.
El remolque hacia ningún lugar,
aunque sí volcánico.
El ostentoso anillo de la vecina.
El trazo de tu orina.
Vida.

Ni nada de esto te entiende.

Eres otra máquina del tiempo
de tres mil sueños rotos.
Eres casi estiercol mojado.
Eres recovecos en tu memoria
y vaho de vaso de tabernero.

El futuro es arisco y decimal
a tu semental forma de mirarlo.
Hora licenciado,
hora picapedrero,
o pluviómetro que siente mi lluvia,
o tía rica con chocolatinas,
que cuenta viejas historias
y ciertas cosas que olvido aposta,
como sesos a la parrilla
o tu trono.

Sumisión,
es la palabra que me invade
mirándome en un fogonazo.
Tú, el factor que me obliga a vivirte.

Yo, tu siervo,
esperando el infarto de tu aliento,
sin parentesco con los monos
que me salve de invocar a Sócrates.

Tú, tez,
zambullido,
tráfico,
mísero deseo,
cachiporra sangrante,
esquela en diario amarillista,
espantajo desincronizado,
reliquia de momentos peores,
mucho peores.

Otra máquina del tiempo
programada a ninguna parte,
el lugar del que venía.
Capaz de aterrarme
y hacerme tu admirador.
Esperas en el brasero de las horas,
pero no verás evaporarse
ni una de mis palabras.

HIPOCONDRÍA

Vivir o amar, eterna duda.
Amar con vos es hipocondría
cuando, untados en mercromina,
comienza nuestra orgía.
Cubro tu cuerpo de tiritas
tomando un gelocatil,
calmando el clamor que brama.
Fluimucil, eterno sollozo,
Voltarén, salvaconil,
Airtal, Auril, Clamoxil,
cual plumas, eternas, hermosas,
penetrando en mí.
Anhelo tu botiquín,
y no me conformo con aspirinas.
Dolalgial, Pentatol, ansias mil,
incluso algo para la menstruación.
Sólo ahora, borracho de fervor,
dame un alka-seltzer,
y acabamos, mi amor.

lunes

HISTORIA DE DOS ENAMORTADOS

Ella era una chica dura,
lo más romántico que dijo fue:
"trae tu verga ahora mismo".
Él era alto y feo,
como los árboles más nobles.
Ella era orgullosa y libre
y con su navaja hacía
una nueva muesca,
otro enamorado.
Y del árbol brotaba resina.
Ella era andrógina como el viento
y se reía de sus poemas
que no iban a ninguna parte.
Él, triste y pálido,
era supositorio mojado.
Ella era grande y peluda
como los osos polares.
Él se perfumaba para ella
con fragancias de anuncio.
Ella era alérgica al perfume
y reía con los incisivos,
brutalmente,
escupiendo su sonrisa al viento.
Él acariciaba su cabello,
esperando una nueva dentellada.
Ella juraba amores a la luna
mientras hurgaba en su trasero
en busca de porquería.
Él solapaba su mentira en lágrimas
sabiendo no ser mejor que ella.
Un día ella descubrió
que el bulto en su slip
no significaba diarrea.
Él sólo suspiró
y abrió bien sus caderas.

SOLICITUDES PECAMINOSAS

Eres tan dulce
como la humillación
del fracaso eterno.
Tan hermética
como el rayo trasparente
de un ocaso rayado.
Extinta
como el holocausto
de los antiguos mitos.
Deforme y agrietada
como el refulgir
de un hombre en bronce.
La plaza, tibia y delicada,
se rinde a tu paso.
Te hace sentir breve,
como un añadido enciclopédico.
Roes el mármol,
y quemas mi cultura de papel.
Yo vivo llamándote,
paranoico y demoniaco,
esperando el crematorio,
o la aventura de no saber
en qué día vivo.
Se te iluminan los ojos
al ver la fisura resbaladiza
en el cuerpo de la presa,
vomitando algo
entre agua y sangre.

POESÍA AL NIÑO PERCHA

Así como se mastica el miedo
en tibios fragmentos de dolor,
es como veo tu rostro.

Inerte, en este otro lago.
La vida no te trató bien.
Adicto al pegamento
a los trece años.
Adicto ahora a mi poesía.
Niño percha.
siempre colgado
con algo.

Te escudas en lo lúgubre,
pero te delata tu sudor,
cercano al olor del hierro
de las máquinas de gimnasio.
Olerlo es verte, aún en la sombra.
Espera, tu día vendrá.
El vigésimo Octubre seco
se materializará tu venganza,
y será dulce, será húmeda,
casi no será venganza.
Y alguien dirá tu nombre,
y te recordaremos
así como se mastica el miedo
en tibios fragmentos de dolor.

sábado

HIJO DE UNA CAFETERÍA DE PLÁSTICO

Voy a hacerte el amor
hasta llenarte el alma,
o morir sin ti
en una cafetería de plástico.
Ciclos vienen, tú te vas.
Mi cabeza rebosa
de conversaciones de abuelas.
Si me conformara con una porción
y el rincón de la cafetería.
Las viejas inundan el lugar:
dentaduras postizas, perlas,
moños y pensión de viudedad,
gafas de pasta, brisca y té.
Sólo las oigo masticar.
Escribo un papel
y me pierdo en la mesa.
Cola de máquina,
tortilla recalentada
con ketchup.
Ciudadano climático,
tanto como la luna,
olvídate en lugares
donde no se puede
esperar nada
excepto el siguiente metro.
Y si mirás atrás,
sólo si miras atrás,
si te atreves
a mirar atrás,
no hay nada,
sólo impaciencia,
soledad,
plástico en tu plato.
Nada.
No hay nada.
Salvo 26 viejas,
12 de ellas en un corro,
3 botellas de agua mineral,
2 cromos en el grasiento suelo,
16 gusanos de seda en una caja de seda sin agujeros,
14 risas punzantes,
1 ficus,
1 dependiente con pajarita,
3 canciones de los Beatles en versión de supermercado,
2 máquinas tragaperras,
1 niña lasciva que bebe en pajita,
miradas vacías que miran a ventanas vacías,
y un espejo en el que aparezco sin ti,
no hay nada en mi cafetería.

UN HOMBRE PRIMITIVO FRENTE A UN ESCAPARATE


Te quiero así, inaccesible.
Tras el cristal.
Te quiero limpia, sobria, callada y afeitada.
Sin olores, sin grumo menstrual.
Te quiero quietecita en tu escaparate.
Podré verte de temporada en temporada.
Te prefiero en la sección de lencería.
Te quiero inalcanzable, envidiable.
Sin descorchones, ni extremidades caídas.
Te quiero joven, te quiero inerte.
Te quiero encerrada en las eternas rebajas.
Sin palabras que las más de las veces sobran.
Te quiero inaccesible.

EL NIÑO HORTALIZA


El niño hortaliza
comía guisantes, brócoli,
espinacas, judías,
y el resto de aquellos
desagradables
verdes vegetales.
Y aún así tenía que oír esa mierda de
"saca-la-basura-ahora".


El niño hortaliza
tenía pocos amigos
y todos eran verdes.

El niño hortaliza,
lleva un par de años fiambre,
y sus padres lo conservan
en la buhardilla.
Las visitas comentan lo lindo
del color verdoso de su piel.
La madre, orgullosa,
recuerda lo importante
que es una alimentación sana
para un niño.